El aroma del café recién hecho junto con la cantinela de los niños de San Ildefonso, anuncian a través de la ventana de mi cocina que ha llegado la Navidad.
Época de Adviento, donde los anhelos y las ilusiones se mezclan con el consumismo, los compromisos y algún pique familiar.
Para mí es la época del año más especial, recuerdo cuando era pequeña como hacía balance antes de escribir la carta de los Reyes Magos, asegurarme personalmente que les llegaría a sus majestades dicha carta, echándola en el buzón de correos de la plaza de la flores y comprobando que ya estaban en Cádiz, observándolos desde la distancia en un kiosko amarillo ubicado en el mismo lugar, donde solo los niños más atrevidos(pensaba yo) les recitaban sus peticiones mientras los fotografiaban.
También recuerdo esa impaciencia contando los días, intentando mi hermana y yo burlar a mi abuela , coger las llaves de la habitación donde guardaban los juguetes y alguna vez que otra conseguirlo, con el consiguiente disgusto...!!!se lo voy a decir a vuestra madre!!!, mientras correteábamos por el salón.
En la actualidad a pesar de todos los factores en contra, lo disfruto con la misma intensidad, en pequeñas dosis de felicidad que constituyen un verdadero alimento para el alma:
La dosis de la alegría, reflejada en el rostro de mis hijos.
La dosis de la amistad, cuándo quedamos para ver el Belén de uno de nuestros amigos, contemplando con admiración un año más que es una obra de arte.
-Reencontrándome con los que vuelven a casa por Navidad o simplemente quedando con los de siempre disfrutando de su compañía.
La dosis del trabajo, la satisfacción del deber cumplido.
La dosis del compañerismo, dudo que alguien celebre tantas veces en paralelo a la oficial la Navidad como nosotras, con ellas no podría ser de otra forma, simplemente son geniales.
La dosis de la ilusión, intentando adquirir el regalo perfecto a cada de una de las personas que quiero, tomándome el tiempo necesario aunque a veces fracase en el intento.
La dosis culinaria, elaborando todos juntos rosquitos y pestiños, mientras cantamos villancicos acompañados de un Canasta o Anís.
La dosis de la reunión y de la buena mesa, aunque sea yo la que cocine.
La dosis del amor, motor principal sobre el que gira el resto, él permite crear una burbuja durante un período de tiempo con caducidad, ajeno quizás al actual significado y luchando para que el próximo año yo vuelva a tener mi Adviento.
Gracias a todos, queriendo o sin querer aportáis vuestro granito de arena a mi Navidad.
Posdata: la semana próxima vuelve la cañera.
bien hecho , me gustado pero no has comentado si fuiste a la cabalgata de los reyes o si había cabalgata , ten en cuenta esos factores para tus futuros artículos , por lo demás muy bien .
ResponderEliminarHola cariño:
EliminarPor supuesto que había cabalgata, además me parecían increíbles, sería la ilusión claro; me acuerdo un año incluso los Reyes Magos vinieron en barco, uno de ellos se cayó y se rompió una pierna.
un beso rey.
Precioso. Este articulo cuando se lee, tambien se puede oler y oir. Olores y sonidos de navidad
ResponderEliminarCon la el ruido fondo de los niños de la granja de San Idelfonso. Besos.
Me gusta mucho el comentario ahora mismo estoy viendo a dos niñas para mi guapísimas llenas de ilusión con sus juguetes.
ResponderEliminarun abrazo
Me alegro papi que te ha haya gustado.
EliminarUn abrazo,
Que de ilisiones,muchos recuerdos de antes y de ahora con mi nieta que lo vive intensamente y sobre todo el olor ,la navidad huele y se te quedar para siempre aunque los recuerdos se marchen,Feliz Navidad,bss
ResponderEliminarEste año me tocan a mí navidades al 100% de magia y de ilusión. Que lo pasen muy bien todos juntos.
ResponderEliminarMe alegro que te toque de lleno este año, todos necesitamos esa magia e ilusión en nuestras vidas.
Eliminarun abrazo,
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